Ordenar las palabras del concepto de Ecologia
lunes, 31 de octubre de 2016
domingo, 11 de septiembre de 2016
Recomendaciones para cuidar el Medio Ambiente
Si
destruimos el ambiente estaremos
perjudicando a nosotros mismos, a nuestros hijos y a
nuestros nietos. Cuidar el mundo es cuidarnos y esa es otra muy buena
razón ¿no te parece?
Es por eso que hemos elaborado algunas recomendaciones para cuidar el medio ambiente
La niña Severn Suzuki en la Cumbre de la Tierra de 1992
Uno de
los momentos más emocionantes de la Cumbre de la Tierra de Naciones Unidas, en
1992, fue el discurso de Severn Suzuki. Esta niña canadiense de 14 años llegó
al corazón de los asistentes por su llamamiento para que se comprometieran a
evitar la destrucción del planeta no como políticos o empresarios, sino como
padres e hijos, por un futuro para las generaciones presentes y venideras.
El jefe indio Noah Sealth al "hombre blanco"
¿Cómo se puede comprar o vender el firmamento, ni aun el calor de la tierra? En 1854 el jefe
indio Noah Sealth realizaba el que se considera el primer discurso para defender
y respetar la naturaleza. Franklin Pierce, presidente en aquella época
de Estados Unidos (EE.UU.), proponía crear una reserva que acabara con los
enfrentamientos con las tribus indias, a cambio de que renunciaran a sus
tierras.
sábado, 10 de septiembre de 2016
La venganza de la Tierra. La Teoría de Gaia y el futuro de la humanidad
JAMES LOVELOCK
26 de julio de 1919
26 de julio de 1919
Es un científico independiente, meteorólogo, escritor, inventor, químico atmosférico, ambientalista, famoso por la Hipótesis Gaia, que visualiza a la Tierra como un sistema autorregulado.
Su invento, el detector de captura de electrones, permitió detectar componentes tóxicos en regiones tan remotas como la Antártida.
Contrario al armamentismo nuclear, promueve un uso pacífico de la energía nuclear
como único recurso para disminuir el abuso de los combustibles fósiles y
evitar que el sistema atmosférico llegue a un punto sin retorno que lo
desestabilice.
En la primera parte de la obra, varios capítulos nos sumergen en los detalles de esta nueva forma de entender a nuestro planeta. Conoceremos las circunstancias bajo las cuales se fue gestando esta idea revolucionaria, incluso de dónde surgió el nombre de Gaia. Igualmente comprenderemos cómo, gracias a una serie de descubrimientos que han confirmado el alto grado de interdependencia que existe entre los diferentes componentes de nuestro sistema planetario, este nuevo paradigma gradualmente ha comenzado a ser aceptado por la comunidad científica. Pero Lovelock no puede evitar preguntarse por qué ha tomado tanto tiempo aceptar un hecho tan evidente, perdiendo en esa demora un tiempo precioso en la búsqueda de soluciones a la crisis ambiental.
También es interesante el análisis que se hace a las diferentes fuentes de energía disponibles para el desarrollo de la civilización, y el impacto que han tenido en el medio ambiente. A través de una explicación muy didáctica al lector le quedarán claras las características de los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural), y conocerá los mitos y peligros ocultos que rodean a las energías renovables, así como su verdadera aplicabilidad.
Un especto controversial del libro es la defensa a ultranza que hace de la energía atómica, a la cual le reconoce múltiples ventajas. Aunque acepta que hay riesgos implícitos en su utilización, los considera un mal menor, e incluso argumenta con respecto al mínimo impacto que tendrían en el medio ambiente, al compararlas con las fuentes energéticas tradicionales. Este apoyo lo enfrenta a los movimientos ecologistas, quienes fueron sus primeros adherentes, pero el científico aclara que esta opinión la ha mantenido desde siempre, lo cual está refrendado en sus primeros escritos.
Finalmente se analizan las diversas estrategias que puede adoptar la humanidad para salvar la difícil situación ambiental. El autor reconoce que Gaia, como muchas otras veces en su historia, podrá recuperarse, pero señala con insistencia que quien sí está en riesgo de desaparecer, es nuestra civilización. Su pronóstico es poco alentador, y dada la actual situación, considera que es imposible que la humanidad continúe avanzando al ritmo presente, a menos que introduzca cambios radicales en su relación con la naturaleza.
En definitiva, estamos en presencia de una obra interesante, aunque también polémica, como lo ha sido siempre su autor, y pese a que últimamente se han publicado muchos libros que tratan esta temática, éste posee el valor de haber sido escrito nada menos que por uno de los padres de la ecología. Una lectura reposada al último trabajo de James Lovelock, constituye una instancia imperdible de reflexión sobre un problema clave para el futuro de la humanidad.
Comentario
Hace ya cuarenta años James Lovelock, un científico independiente inglés, llamó la atención de la comunidad internacional cuando hizo pública una idea revolucionaria, conocida como la Hipótesis Gaia. Según esta teoría, la Tierra es mucho más que un lugar en donde pudo surgir y prosperar la vida. Nuestro planeta es en sí mismo, un megaorganismo viviente.
Su hipótesis fue presentada en el libro “Gaia, Una nueva visión de la vida sobre la Tierra” el que se transformó en un clásico, y fue acogido con entusiasmo por muchos, en especial por los movimientos ecologistas. No obstante, fue seriamente cuestionado por la comunidad científica, que insistía en la visión tradicional que observaba a la evolución biológica siguiendo un curso independiente de la evolución geológica.
En la primera parte de la obra, varios capítulos nos sumergen en los detalles de esta nueva forma de entender a nuestro planeta. Conoceremos las circunstancias bajo las cuales se fue gestando esta idea revolucionaria, incluso de dónde surgió el nombre de Gaia. Igualmente comprenderemos cómo, gracias a una serie de descubrimientos que han confirmado el alto grado de interdependencia que existe entre los diferentes componentes de nuestro sistema planetario, este nuevo paradigma gradualmente ha comenzado a ser aceptado por la comunidad científica. Pero Lovelock no puede evitar preguntarse por qué ha tomado tanto tiempo aceptar un hecho tan evidente, perdiendo en esa demora un tiempo precioso en la búsqueda de soluciones a la crisis ambiental.
También es interesante el análisis que se hace a las diferentes fuentes de energía disponibles para el desarrollo de la civilización, y el impacto que han tenido en el medio ambiente. A través de una explicación muy didáctica al lector le quedarán claras las características de los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural), y conocerá los mitos y peligros ocultos que rodean a las energías renovables, así como su verdadera aplicabilidad.
Un especto controversial del libro es la defensa a ultranza que hace de la energía atómica, a la cual le reconoce múltiples ventajas. Aunque acepta que hay riesgos implícitos en su utilización, los considera un mal menor, e incluso argumenta con respecto al mínimo impacto que tendrían en el medio ambiente, al compararlas con las fuentes energéticas tradicionales. Este apoyo lo enfrenta a los movimientos ecologistas, quienes fueron sus primeros adherentes, pero el científico aclara que esta opinión la ha mantenido desde siempre, lo cual está refrendado en sus primeros escritos.
Finalmente se analizan las diversas estrategias que puede adoptar la humanidad para salvar la difícil situación ambiental. El autor reconoce que Gaia, como muchas otras veces en su historia, podrá recuperarse, pero señala con insistencia que quien sí está en riesgo de desaparecer, es nuestra civilización. Su pronóstico es poco alentador, y dada la actual situación, considera que es imposible que la humanidad continúe avanzando al ritmo presente, a menos que introduzca cambios radicales en su relación con la naturaleza.
En definitiva, estamos en presencia de una obra interesante, aunque también polémica, como lo ha sido siempre su autor, y pese a que últimamente se han publicado muchos libros que tratan esta temática, éste posee el valor de haber sido escrito nada menos que por uno de los padres de la ecología. Una lectura reposada al último trabajo de James Lovelock, constituye una instancia imperdible de reflexión sobre un problema clave para el futuro de la humanidad.
Comentario
Hace ya cuarenta años James Lovelock, un científico independiente inglés, llamó la atención de la comunidad internacional cuando hizo pública una idea revolucionaria, conocida como la Hipótesis Gaia. Según esta teoría, la Tierra es mucho más que un lugar en donde pudo surgir y prosperar la vida. Nuestro planeta es en sí mismo, un megaorganismo viviente.
Su hipótesis fue presentada en el libro “Gaia, Una nueva visión de la vida sobre la Tierra” el que se transformó en un clásico, y fue acogido con entusiasmo por muchos, en especial por los movimientos ecologistas. No obstante, fue seriamente cuestionado por la comunidad científica, que insistía en la visión tradicional que observaba a la evolución biológica siguiendo un curso independiente de la evolución geológica.
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James Lovelock
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